miércoles, 25 de junio de 2008

LAS BANDERAS DE BONO por FLOREN DIMAS

LAS BANDERAS DE BONO


Si existe un personaje que pueda erguirse entre los demás como icono del revisionismo ideológico de la izquierda española, posiblemente sea José Bono uno de los candidatos con más méritos, para alcanzar la cúspide del pódium, de la ignominiosa traición de un partido a su razón de ser fundacional.

Una de las razones que confieren al hoy presidente de las Cortes estos atributos nada ejemplares, es su contumaz exhibición devocional a la memoria de su padre, de la que no omite su condición de guardia civil y falangista. Lo de guardia civil pudiera pasar, de no haber estado implicado en labor alguna de represión contra los demócratas, pero lo que adquiere dimensiones de delectación abyecta, es el regodeo del que hace gala el preboste “socialista”, al evocar sin complejos la militancia falangista paterna.

Sin duda, José Bono, sitúa a su padre entre los “falangistas buenos”, aquellos que tanto suspiraban –en voz baja- por la revolución pendiente; aquellos que tanto se quejaban de la traición de Franco a los principios joseantoniamos. Los falangistas malos para Bono, deben ser los que pegaban los tiros en la nuca o se relevaban para torturar a los demócratas. Pero todos, los falangistas buenos y los malos, fueron complementos necesarios de la misma secta perniciosa.

José Bono, icono de la reconversión del PSOE en un partido neoliberal-europeí sta y globalizador, revestido hace unos días con la presidencia del Congreso de los Diputados, en un acto “de homenaje a los represaliados del franquismo”, allí presentes, recriminó duramente a uno de los participantes por exhibir una bandera republicana.

La bandera de la República enarbolada ayer en el hemiciclo por un preso de Franco, encarnaba los principios y valores por los que fueron perseguidos, por que la única bandera que ondeaba impunemente sobre los espacios públicos durante la dictadura era la del crimen y la opresión, y fue contra lo que ella representaba por lo que los allí presentes se levantaron, desde convicciones republicanas, democráticas y de izquierdas. La bandera de la República fue su única bandera, la única bandera antifranquista que se escondía en los corazones de los resistentes clandestinos. ¿Qué otra bandera podía representar aquellos anhelos de libertad? ¿la de la monarquía borbónica? ¿la que defiende Bono?.

José Bono y los suyos se encuentran, no solamente cómodos, si no orgullosos de haber contribuido tan eficazmente a la instauración de la monarquía franquista en España. Nadie como Bono puede representar con mayor fuerza la identidad entre el Gobierno de España, el partido que lo soporta, y la figura del heredero nombrado por el dictador para sustituirle. José Bono está encantado de su papel de mamporrero de la monarquía juancarlista, y entre sus muchas ocurrencias para conllevar tan regios designios, con cierto halo de condescendencia “histórica”, estuvo el sacarse de vez en cuando un conejo de la manga a su paso por Defensa, poniendo a desfilar juntos a un nazi de la División Azul, junto a un republicano español que liberó Paris. El mismo gesto que ayer protagonizó, haciendo tomar asiento en las Cortes a doscientos antifranquistas, justo en el mismo lugar en donde se sientan los diputados que votaron en diciembre una ley de la Memoria Histórica, que les niega el reconocimiento jurídico de víctimas del franquismo y que consagra como ley de punto final, la impunidad de sus verdugos.

Es evidente la manipulación de que han sido objeto, una vez más, los veteranos luchadores antifranquistas, llamados a servir con su presencia de “marchamo” reconciliador a los políticos mercenarios esta democracia frágil y torticera. Son éllos, los “socialistas” como Bono, los que precisan de los antifranquistas para avalar su “izquierdismo” de fanfarria electorera.

Las víctimas del franquismo, no deberían prestarse a estas mascaradas infames, que en nada enaltecen ni reconocen su sacrificio, si no que más bien sirven de certificado de defunción de toda reivindicació n de Verdad, Justicia y Reparación en relación con los crímenes franquistas y con el propio repaso de sus vidas. Las palabras de José Bono ayer, echando la bronca al abanderado republicano no es otra cosa que una alocución en toda regla, queriendo obligar a los presentes a renunciar a los símbolos y razones por las que aquellos veteranos y sus compañeros lucharon, sufrieron y murieron..

Lamento profundamente esta nueva manipulación que ha llevado a estos antifranquistas a tomar parte en una farsa, como condeno a quiénes les han impulsado a hacerlo, rechazando el significado de la humillación insoportable a que les sometió el discurso de José Bono, un auténtico hijo de falangista.

Floren Dimas

15 de junio de 2008.

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